Somos felices

A los gaditanos les encanta la emoción. El domingo se hizo largo porque el partido era de suma importancia. Había gente esperando al equipo en el hotel y ocurrió algo destacable en la avenida, donde la multitud llevaba en volandas al autobús. Aunque esto ya se ha vivido en varias ocasiones, no es algo común. Los aficionados del Celta de Vigo pueden dar testimonio de lo que significa jugar un partido en la tacita de plata, donde los amarillos se estaban jugando la permanencia.

Es importante destacar que no hubo malos gestos ni insultos, cada uno simplemente animaba a su equipo. La afición del Cádiz ha vuelto a demostrar su categoría; podríamos ser campeones del mundo en ese aspecto. La vuelta de los gallegos fue difícil para los aficionados del Cádiz, quienes, conscientes de los más de mil kilómetros de viaje, les va a llevar tiempo superar. Les enviamos nuestro cariño y quién sabe si algo más que una bonita conexión entre aficiones.

El goteo constante de decisiones injustas va dejando su huella.

El partido fue bien jugado de principio a fin por parte de los cadistas, aunque tuvieron que sufrir la anulación de un penalti por parte del árbitro Hernández Hernández, quien siempre quiere dejar su sello. Posteriormente, anuló un gol a Lozano cuando el VAR mostró una de esas líneas que uno tiene que creerse, guste o no. Quizás el goteo constante de decisiones injustas va dejando su huella y da qué pensar, hasta que llegó el jugadón de Gonzalo Escalante para que Sobrino anotara por tercera vez y ya no hubiera manera de anularlo.

No hubo viaje a la fuente de la felicidad.

El Celta tuvo solo una oportunidad seria de gol, y un Iago Aspas desbocado, consciente de que este era su último partido del domingo. No hubo viaje a la fuente de la felicidad porque las matemáticas no lo permitieron, pero los resultados de la última jornada tendrían que ser muy malos para no ir el próximo domingo.

Nos quedamos con las ganas, pero hay que mantener una actitud positiva y recargar fuerzas para la última cita. Los que puedan, preparen sus maletas y saquen un bañador, porque dependemos de nosotros mismos, y después de las lesiones, los arbitrajes y las sanciones desproporcionadas, eso no es poca cosa. Esto es ser del Cádiz, y estoy seguro de que el año que viene estaremos de nuevo en la élite.

Como dije, en una semana lo confirmaremos.

Cádiz, tú eres mi vida.