Cruel realidad

El corazón del cadista no ha parado de latir. Niños, niñas, mujeres y hombres con su camiseta desde bien temprano. La ciudad tenía un color especial, más amarillo que nunca.

Una avenida cortada, miles de gargantas alentando, nervios, muchos nervios. El corazón en un puño y un bus llevado en volandas hacia el Nuevo Mirandilla. Delante, un Real Madrid que dejó a sus mejores jugadores en la capital y que no metió la quinta marcha y hasta, si me apuras, ni la cuarta.

Partido con giro de guion al final digno de una película.

Empezó el partido mal, con un jugadón de Rodrygo y el gol de Mariano. El estadio siguió empujando, y el Cádiz con muchas ocasiones y un buen Idrissi y un gran Sobrino que marcó el empate antes del descanso. El segundo tiempo empezó con más nervios y un penalti que Tiburón Negredo no pudo meter. Lo que hubiera cambiado la historia, cómo habríamos dormido esta noche.

De ahí al final un quiero y no puedo, con Akapo lesionado y con giro de guion al final digno de una película. Penalti como una catedral y el que aún no había sido protagonista (y le encanta serlo) vacilando y chuleando a una afición con más de cien años de historia. Con un talante que si hubiera sido en regional preferente quizás habríamos estado hablando de otra cosa.

Por mi parte me cansa ya el tema arbitral y me jode, me fastidia. al Sr Lahoz le deseo todo lo que le dije en el estadio.

Hemos perdido muchas oportunidades y ahora ya no dependemos de nosotros mismos.

En fin, impotencia. Hemos perdido muchas oportunidades y ahora ya no dependemos de nosotros mismos sino de equipos que no se juegan nada, lo que es sinónimo de difícil, de muy complicado. Pero bueno, me voy a agarrar a ese hilo, pequeño, tirante, muy difícil. Un puesto que nos jugaremos con Granada y Mallorca.

Una pena. A la cama triste con pocas ganas y pensando o queriendo soñar que aún es posible.

Estamos abonados a sufrir. Es lo que queda.